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El presidente AMLO: ante el Dios mercado y los obispos

Como país, tenemos 24 años sin ningún cambio radical en las formas acostumbradas para el ejercicio del poder político y económico. Los presidentes Zedillo, Fox, Calderón y Peña, en ningún momento rompieron con los privilegios y cánones establecidos en el sistema político mexicano.

Por supuesto que implementaron reformas importantes y que se pelearon con algunos cuantos potentados, pero siempre a cambio de también inventar a algunos nuevos poderosos, mismos que con gusto se incorporaron a la élite del país. Vaya, unos cuantos enojados y otros muchos contentos, pero nada que afectara el status quo del sistema, ninguno se atrevió a pegarle al avispero.

Desde luego, sus proyectos de gobierno siempre estuvieron alineados con el modelo económico que viene acompañándonos desde tiempos del presidente Miguel de la Madrid, el llamado neoliberalismo.

Como cualquier otra receta, ha sido un modelo económico con beneficios y perjuicios, potenciador de enorme desarrollo en algunos sectores de la población, pero también generador de una terrible desigualdad y afectación para la gente que menos tiene; y esto no ha sido solo en México, sino en el mundo entero. Es una triste realidad.

Uno de los fundamentos que impuso este modelo económico, es el tener coaligados el poder económico y el poder político como un solo ente, como un solo núcleo de decisión. La directriz es que la política camine de la mano con las estructuras económicas, so pena de que algo muy grave pueda suceder y se pierda la estabilidad macroeconómica del país.

Esta premisa ha sido en línea gruesa para todas las naciones, es decir, se trata de la receta general, pero, a la hora de su implementación, cada país lo ha hecho según sus gustos y realidades.

En México, el proceso se cimentó en decisiones y equipos muy técnicos para manejar la parte hacendaria; siempre subordinados a eso que el periodista Federico Arreola ha comenzado a llamar “el dios mercado”; y en un sistema de corrupción, simulación y protección de élites para la parte política. Así venimos funcionando.

Una de las realidades generadas en estos 24 años, es que ese “dios mercado” se acostumbró no solo a que los gobiernos le hicieran caso, sino a que le tuvieran miedo y hasta terror; y con ello muchos ciudadanos también, entre los que se incluye su escribidor.

Así, estando el río revuelto, muchos potentados aprovecharon los beneficios del sistema político, para autonombrarse “obispos” de ese “dios mercado”, e imponer sus intereses y privilegios, so pena de enojarse y afectar a la economía.

En este trance, creo que muchos nos confundimos sobre cuáles son los verdaderos alcances de ese “dios mercado”, y de sus obispos terrenales. Nos convencieron de que era un asunto de blanco y de negro, de estar o no con ellos, de aceptar sus reglas o atenernos a su venganza.
Lo comento, porque me parece que buena parte de las decisiones que viene tomando y anunciando el presidente López Obrador, radican en que no aceptó jugar esa dinámica de blanco y negro, de todo o nada con los “obispos”, y que en cambio les está proponiendo, o imponiendo, una nueva escala de grises, una nueva baraja que los tiene muy enojados.

Vaya, de ser así, y viéndolo como el sistema económico integral que en realidad es, ¿qué es lo que verdaderamente castiga el “dios mercado”, que se destruyan los fundamentos de la economía, o que un nuevo presidente no le haga caso a los “obispos” y les cancele sus intereses particulares?

Creo que la respuesta es obvia, y que la campaña de miedo que hoy estamos leyendo por todas partes, obedece al enojo de los “obispos” y de sus capillas, pues sin duda es bastante lo que el presidente López Obrador los ha afectado, además de que promete seguirlo haciendo.

Su columnista nunca ha sido seguidor de nuestro próximo presidente, pero si cree que toca darle la oportunidad de probar la implementación de esta nueva escala de grises, de este nuevo reglamento. Y también es justo reconocer que, pese a sus muy deficientes e innecesarias formas de hacer las cosas, hasta ahora no ha materializado nada que verdaderamente pueda lastimar el funcionamiento general de la economía.

Estamos llenos de ruido y de miedos, provocados principalmente por las pésimas maneras del presidente AMLO, por sus formas de comunicarse, pero, hasta ahora, no es más que eso: ruido y miedo. Y claro, chicotazos muy duros para esos “obispos” del “dios mercado”.

No sabemos si funcionara la transformación, ni tampoco si es genuina, porque a lo mejor solo se trata de un relevo de obispos. Pero bueno, finalmente, está en todo su derecho de intentar jugar con una nueva baraja, pues para eso sacó 30 millones de votos.

Nos toca esperar por los resultados, no hay más opción.

Amable lector, recuerde que aquí le proporcionamos una alternativa de análisis, pero extraer el valor agregado, le corresponde a usted.

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