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-Ahijado de García Luna es chaperón de Palacio -Tenía más aviadores que la Fuerza Aérea -Seguirá igual de peor la obra pública -Pluma cuata en adeudos vehiculares

Por donde se rasca explota la pus en la estela de cercanías que dejó a su paso el hoy procesado en los Estados Unidos, Genaro García Luna.

Uno de sus protegidos, auténtico ahijado, Oscar Aparicio Avendaño, ingresó a la Policía Federal en 2009, bajo la época negra del caído en desgracia.

Venía Aparicio como antecedente y credencial impresentable de una intervención en el operativo permanente contra el narcotráfico en la extinta Procuraduría General de la República, nada menos que en Michoacán, Guerrero, Guadalajara, Sonora y Chihuahua.

Fue prestado luego con permiso del más alto nivel para ocuparse de la Comisión Estatal de Seguridad, donde hoy despacha, con licencia de la desaparecida Policía Federal. Está convertido ahora en el chaperón del gobernador, Javier Corral.

Es el jefe policíaco uno de los eslabones que podrían ser afectados, junto a cientos de personajes que por algún motivo estuvieron muy, pero muy cerca de las fuerzas federales bajo el mando de García Luna, el ex responsable de la Secretaría de Seguridad Pública.

Hoy, asentando en nuestra entidad, Aparicio se refugia de su incapacidad para combatir la delincuencia en la entidad en programas que presentan como académicos y de talla nacional.

Tenemos en la foto de versión digital al gobernador inaugurando el encuentro pomposamente denominado Segundo Foro Nacional de Prevención de la Violencia y la Delincuencia.

El pretendido encuentro contó apenas con la participación de un puñado de entidades, ocho de los 32 estados.

Tan pobre convocatoria tiene como contexto un año verdaderamente caótico y violento, un exacerbado número de ejecuciones y delitos, coronados con el terrible homicidio en los límites de Chihuahua y Sonora de la familia LeBaron.

Aparicio como protagonista central por comisión o por omisión.

 

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La comparecencia de Gustavo Elizondo ante los diputados para explicar el programa de inversión en obra pública para el 2020 dejó más dudas que otra cosa.

Los números no alcanzan a explicar el por qué un aumento tan raquítico en comparación con el año en curso, tan solo un 18 por ciento, que no permitirá alcanzar los números fantásticos del programa de inversión 2019-2021.

Los poco más de mil 400 millones de pesos presupuestados para obra son además apenas un respiro del presupuesto total del Estado, que es de 78 mil millones.

Representa apenas el 1.7 por ciento de la inversión total del próximo año, que permitirá realizar obras pequeñas, mantenimiento y conservación.

La expectativa de obra deberá seguir esperando, bajo un discurso de buenas intenciones y verdades a medias, tanto del gobernador como de sus principales funcionarios, entre ellos el secretario de obras públicas.

 

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¿Quién va a pagar? es la principal interrogante de las decenas de víctimas por el accidente de un camión pirata ocurrido la semana pasada.

Y la respuesta nadie la puede dar hasta el momento. Hay un solo detenido que dudamos tenga un patrimonio para hacer frente a los millones de pesos en reparación integral del daño.

Ni para un funeral con cajón digno hubo, menos habrá para afrontar los gastos de atención médica posterior para los heridos, muchos de los cuales quedarán incapacitados de por vida.

Si en condiciones normales las compañías de seguros defienden hasta con minucias un pretexto, el más pequeño, para no pagar, cuanto más en situaciones como ésta en que se encuentra documentada la intoxicación con drogas por parte del chofer.

Nos dicen que los abogados empiezan a explorar la responsabilidad patrimonial tanto del estado como de la federación, porque sus agentes policiacos son los responsables de haber verificado las condiciones en que se prestaba el servicio, una de ellas, fundamental, el estado de salud óptimo del conductor.

Por ahí va la jugada para la danza de los millones, que hasta el momento nadie quiere hacerse responsable en detrimento de las víctimas y sus familias.

 

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La imagen es muy elocuente (en versión digital). Es de la Estación Justicia del sistema de transporte troncal hoy denominado Bowí.

Se observa un recogedor, un trapeador en una cubeta, arrinconados, antes de la puerta de fierro del baño.

Una puerta que luce un letrero impreso en papel que dice “fuera de servicio”, y que es muy común que ocurra.

Es una palabra muy conocida en el mencionado transporte. A un lado se encuentran dos teléfonos públicos Telmex, que dicen también lo mismo pero en lenguaje más claro “NO SIRVE”, que algún usuario simplemente escribió.

Las condiciones de esa área de la mencionada estación es lamentable, suciedad que da mal aspecto, y que es evidencia del descuido en que ha quedado todo el sistema de transporte.

Las unidades rojas lucen igual, sucias y semidestruidas, contrastan con las blancas, las de marca china, que nuevecitas aún relucen, la pregunta es ¿por cuánto tiempo?

 

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Nos envió un contribuyente una parte de su estado de cuenta por el adeudo de su auto, un sedán 2004.

El listado de conceptos de cobro es enorme, y eso que sólo debe 2018 y 2019. La multa y recargos son maravillosos, algo así como seis mil pesos, que llevaron a la cuenta a más de once mil, que con los descuentos, el gobierno del nuevo amanecer se lo deja en la ganga de cinco mil y cacho.

La cuestión, nos dice el atribulado automovilista, es que en lo concreto no hay realmente un descuento, porque la pluma cuata terminó elevando la deuda hasta un monto inverosímil, para terminar exigiendo el mismo pago aún sin descuento. Puras promesas y cuentos chinos del nuevo amanecer.

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De forma repentina dejó de salir al sol el subdelegado de Programas Sociales en la ciudad de Chihuahua, Marcelino Gómez Brenes.

Hasta hace unas semanas presumía en redes sus tatuajes del “Che” Guevara y hasta promovía los Comités de Defensa de la cuarta transformación. Luego le bajó dos rayitas a sus apariciones que se suponían orientadas a promoverse como aspirante morenista a alcalde de la capital.

La razón de que haya bajado el perfil podría ser que la gente de su jefe, el superdelegado Juan Carlos Loera, le descubrió algunas personas en la nómina de la 4T a nivel local que no prestaban servicio alguno a la patria.

Cobraban muy bien pero no tenían tareas asignadas, es más ni siquiera iban a hacer como que trabajaban, lo clásico.

Los exagerados dicen que Marcelino tenía más aviadores que toda la Fuerza Aérea Mexicana. No era para tanto, pero sí era bastante irregular y por eso fue severamente reprendido por sus superiores, obviamente con la autorización del máximo representante federal en la entidad.

En números fríos eran entre el 10 y el 20 por ciento de personal de “Servidores de la Nación” sin trabajo, sin gastar suela en la calle, sin labores en las colonias, pero eso sí, cobrando religiosamente cada día de pago.

No era mero error administrativo. Los morenos se conocen santo y seña cada uno, así que entre los consentidos salieron a relucir nombres como los de Javier Álvarez padre e hijo, Flora López Delgado y otros muy cercanos al funcionario.
El tremendo jalón de orejas parece que mandó a la “depre” a Marcelino y a sus amigos que lo promovían.

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