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Apetito por la morralla

Chuy el independiente

Despierta la ''minoría rapaz''

Los últimos mayoriteos del Congreso local, exigidos desde Aldama y Nery Santos, se manejan con intención entre los diputados salientes. Quieren, a como dé lugar, elegir en condiciones favorables al Fiscal Anticorrupción, Auditor General y votar las leyes de interés personal para Corral, como la llamada ley mordaza.

Si hacerlo en este Congreso es difícil, a pesar de tener mayoría simple, en el próximo le resultaría complejo pues trabajarían sobre un amasijo de negociaciones y acuerdos por ahora inimaginables. Mejor recurrir a los conocidos, así hayan encarecido sus pretensiones aprovechando que López Obrador pateó el tablero.

Los habrán de sacar a cualquier precio, sin darse cuenta que será uno de los señalamientos que arrastre Javier Corral cuando deje la administración. Ha presumido con insistencia respeto a los poderes y resulta que hace exactamente lo mismo que César Duarte; manipularlos sin disimulo.

Cuestión de esperar, ver nombres y antecedentes del Fiscal y Auditor. Ese cuento está muy platicado en el Instituto de Transparencia, la Judicatura y los magistrados recientemente electos. Todos cuadernos de doble raya.

Difícil la congruencia, de opositor es sencillo prometer respeto a las instituciones, ejerciendo el poder sucumben a la tentación y los avasallan con la mano en la cintura.

En esa parte, como en otras, Corral ha sido igual y la misma cosa que los gobernadores priistas, incluido César Duarte y sus últimos arrebatos legislativos buscando impunidad. La convicción democrática como el respeto a las instituciones no se predica, se practica.

El gobierno estatal está en rumbo de colisión con la mafia del transporte, atrás quedaron los días en que Javier Corral y Doroteo Zapata desfilaban codo a codo el uno de mayo. Las pingües ganancias que deja la ruta troncal los ha confrontado.

Los impresentables líderes del transporte público, Francisco, “El Güero" Lozoya y Juan Gómez reclaman el cumplimiento de un viejo convenio firmado durante la corrupción de César Duarte, según el cual las organizaciones sindicales manejarían el servicio en la ruta troncal.

Desde luego que Joel Gallegos, diligente titular de Gobernación y responsable de lidiar con los insaciables dirigentes; y César Jáuregui, apoyo emergente cuando hay amenaza de crisis, ignoran el convenio duartista. Han desconocido hasta deudas de los constructores, con mayor razón ese convenio de marras.

El estado mantendrá bajo su control esa jugosa ruta y tenga la certeza que también operará las dos y tres, si consiguen abrirlas. No hay forma de que se avengan con la mafia del transporte.

¿Hasta dónde presionarán Lozoya y Gómez, asesorados por Zapata, por recuperar la mejor ruta de Chihuahua? Su apetito por la morralla no conoce límites, quizá vuelvan los días de los paros.

Los estudiantes están de vacaciones -en gobierno también, no perdonan ni un día- pero cuando se reanude el ciclo escolar podría reventar la crisis, la mafia maneja por nota esos tiempos.

Pero qué lata: no dejan que Corral disfrute el golf sin pendientes, aunque –por lo que dicen sus amigos- tampoco es que lo incomoden asuntillos menores, cuando está sobre el césped no se desconcentra de la próxima tirada.

Ironías de un partido en decadencia, por primera vez en la historia de Chihuahua el PRI no tendría diputado ganado en tierra. Imposible, dirán quienes siguieron las elecciones del uno de julio pasado, ganó el 22 de Guadalupe y Calvo.

Cierto, pero ha trascendido que los desencuentros de Chuy Velázquez, único diputado ganador, con Omar Bazán, presidente estatal y futuro diputado por la vía plurinominal, llegaron al punto en que Chuy dejaría el partido para declararse independiente.

GPS dio cuenta, días atrás, de aproximaciones impropias entre el todavía diputado priista y liderazgos de Morena en la Ciudad de México y que probablemente terminaría en esa bancada. Pues parece que se la pensó mejor y en vez de vender su voto por anticipado a un solo partido, decidió ponerlo en oferta al mejor postor.

Sería una tragedia para el PRI, de tres diputados que recibirá del INE -Planea acuchillarlo- quedaría reducido a sólo dos, atomizando su menguada bancada hasta el punto de inutilizarla para negociaciones legislativas cupulares.

Hasta con esas, la derrota descomunal que sufrieron hizo al partido ingobernable y sin embargo siguen peleando por sus despojos. ¿Por qué? Son políticos y en consecuencia se aferran a cualquier ilusión de poder. Es su naturaleza, prefieren despedazarse entre ellos que ayudarse juntos.

Atónitos por el triunfo incuestionable del odiado común, 30 millones de votos, los integrantes de la “minoría rapaz” se han percatado tarde que dejar a López Obrador de absoluto, moviéndose a sus anchas en la cancha, es un error estratégico que podrían lamentar muy pronto.

Desde que la victoria del tabasqueño era una obviedad y al ver que Peña Nieto parecía estar satisfecho con la nueva realidad política, los dueños del pueblo entraron en una especie de sopor, relajando el cuerpo dispuestos a soportar lo que venga sin pedir nada a cambio. Bajaron los pantalones cuando no les habían pedido nada.

Apenas ayer hubo una tímida reacción contra una de las decisiones más socializadas del futuro presidente: la eliminación de delegados federales en los estados, para concentrar los servicios del gobierno federal en una sola ventanilla coordinada por quien llaman “delegado único”.

Gustavo de Hoyos, presidente de Coparmex, declaró que concentrar el poder es ineficiente, pues supone “pérdida de especialidad y de pericia, lo cual podría traducirse en decisiones erráticas”.

Desenfocados, como suelen ser los empresarios cuando hablan de política gubernamental, pero al fin reaccionaron. El problema no está en la “pérdida de especialidad y de pericia”, sino en la concentración del poder y no en los delegados sino en la figura del presidente.

Pero al fin han despertado, lo que tampoco representa ninguna llamada de atención al próximo gobierno, pasarán esos comentarios por no vistos pues los delegados únicos son la base sobre la cual construirán la estructura clientelar que los mantenga en el poder. Esa no es negociable, a ningún precio.

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