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Deberán esperar 50 mil por su aguinaldo

'El gobierno federal está empezando desde muy temprano a marcar la raya en materia financiera''

-Loera se derrite por Corral, pero no avanza

-Todo el sector salud será tomado por AMLO

-Quiere el doc 300 millones de Delicias

Los buñuelos tendrán que esperar para la próxima semana. También la compra de regalos y el pavo, porque hoy no habrá aguinaldo para los burócratas estatales.

 

Casi 50 mil mesas de chihuahuenses deberán ir a ver qué pescan en las tiendas para tener pan y sal en la mesa. Los chiquillos tendrán regalos, pero de lo que quede en los anaqueles de los supermercados y tiendas. Muñecas sin brazos, carritos sin llantas, balones ponchados (GPS grinch).

El gobierno no tiene un peso para pagar aguinaldos. A lo más hay para completar los sueldos de la quincena.Y eso muy a fuerzas.

El gobierno federal está empezando desde muy temprano a marcar la raya en materia financiera. Rechazó silenciosamente adelantar los mil 500 millones solicitados de participaciones 2019.

 

La hizo Peña Nieto a Corral los últimos dos años y Andrés Manuel la receta sin pudor, pese a las promesas amorosas de la última reunión de la Conago. El arrimón llegó inclemente.

Ante ello, a llorar con otro crédito bancario -otra vez- a corto plazo por la módica cantidad de 500 milloncitos sin tocar baranda en el Congreso del Estado; desde la discrecionalidad del Ejecutivo para rescatar los tamalitos y al menos algo del espíritu navideño.

Claro, el problema no es de los altos funcionarios que se llevarán la gran tajada de los 500 millones anunciados. Ellos ya anticiparon su Navidad sin tapujo alguno.

 

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Mucho de fondo tiene el mensajito facebuquero de Juan Carlos Loera de la Rosa el miércoles por la tarde-noche, abogando por la unidad, sincronizado con una publicación melosa del gobernador.

Loera ha sido un contenedor de las fobias contra Corral dentro de Morena. Hasta el cansancio ha buscado suavizar las cosas, incluso comprometiendo su incipiente capital político, no con los chihuahuenses, ante quienes -aún- es un perfecto desconocido, sino con el Presidente de la República.

 

A grado tal llega su compromiso con el nuevo amanecer, que hizo a un lado al resto de las fracciones parlamentarias en el Congreso, y se encerró con Fernando Álvarez Monje y Miguel Angel Colunga, en busca de un acuerdo para la reestructuración de la deuda.

Con algo de habilidad, se coloca como el gran negociador, picaporte a cualquier autorización en el Congreso, aun y cuando se trate de hipotecar las finanzas públicas, y echar tierra sobre el fracaso de la reestructura anterior.

También ha impregnado miel sobre la resistencia del Estado de entrar formalmente a la coordinación en materia de seguridad. Se hizo a un lado sin resquemor alguno cuando Corral no lo quiso como secretario técnico. Esas patadas a la dignidad las aguantó con simulado estoicismo.

Lo acompañó todavía esta semana en reunión de planeación sin chistar aparentemente, pese a la grosera afirmación de que únicamente podría ser observador y punto. Ahí está el mensaje del señor al respecto.

Juan Carlos abona a su proyecto, cediendo liderazgo. Escucha paciente, escolar, a Corral.

Pero publica una foto que lo retrata de cuerpo entero. Mano en el mentón. Comprometido con la cuarta transformación. Poniendo toda su entereza física y mental. Las imágenes lo dicen todo. Están en la versión digital de GPS.

El negrito en el arroz de esta idílica relación es su propio tío, Gustavo de la Rosa, “El Pichú”, que rompió el acuerdo previo que daba impunidad en observaciones de malos manejos.

Cuestiones de familia.

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La federalización de la salud no es otra cosa que la “centralización” de la salud. Personajes cercanos al largo proceso donde el gobierno federal le dio participación a las entidades en el manejo financiero, de recursos humanos y materiales, se duelen de lo que observan en el anuncio presidencial realizado ayer, como un retroceso de 30 años.

Hacen memoria. En aquel tiempo se crearon los Servicios Coordinados de Salud, que eran una especie de delegación de la Secretaría de Salud, donde no intervenían los Estados en manejo alguno.

Luego se creó la estructura que aún sobrevive, que son los servicios de salud, organismos descentralizados, encabezados por un personaje designado a nivel local por el gobernador, para hacerse cargo de la planeación y dirección de la salud federalizada.

La última gran reforma fue con César Duarte, donde el Secretario de Salud asume al mismo tiempo la responsabilidad como Director General de los SSCH.

Esos tiempos de intervención local se acabaron.

Viene la reforma con ocho estados del sur del país, donde el gobierno federal retoma la dirección y mando.

Puede ser Jesús Enrique Grajeda el último responsable de los Servicios de Salud. Con ello dejará de tener sentido una Secretaría de Salud estatal, porque junto con los SSCH el gobierno federal se quedará con el Seguro Popular.

Si a eso se agrega el IMSS. El manejo de la lana quedará de nuevo centralizada.

Las entidades federativas nada tendrán que hacer. Sólo mirar como el chinito. Dice el dicho, cuando veas las barbas de tu vecino cortar...

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Ricardo Orviz no pudo cumplir su sueño de ser presidente municipal de Delicias -en su sangre hay ascendencia de los vencedores del desierto-, pero por una resolución del Tribunal Colegiado, casi lo va a lograr.

Los togados ordenaron que el ayuntamiento de Delicias le entregue la mitad de su presupuesto anual, unos 300 millones de pesos, como compensación por una decisión añeja del cabildo.

Orviz, dedicado a la construcción, tiene complicado al gobierno municipal, para colmo, por un asunto de la administración de Jaime Beltrán del Río, que mañosamente limpió con el voto del cuerpo colegiado una decisión de suspensión de la construcción de dos fraccionamientos, largo pleito que llega a una resolución que -nos dicen- aún no es firme, pero mantiene insomne al maestro Eliseo Compeán, actual alcalde.

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