
Rituales agrícolas en Chiapas: una herencia viva de conexión con la tierra
En Chiapas, la siembra es mucho más que una actividad productiva: es un acto de profunda espiritualidad y comunión con la naturaleza. De acuerdo con el Gobierno de México, los pueblos originarios de la región, herederos de saberes milenarios como los de la civilización maya, han preservado prácticas agrícolas tradicionales que integran observaciones astronómicas, respeto a los ciclos solares y ceremonias dedicadas a deidades de la lluvia y la fertilidad. La milpa, sistema donde conviven maíz, frijol y calabaza, representa no solo una estrategia de cultivo sostenible, sino un pacto sagrado entre las comunidades y la tierra.
Entre los rituales más emblemáticos se encuentra la Fiesta de la Santa Cruz, celebrada el 3 de mayo, fecha que marca el inicio de la temporada de lluvias. En esta tradición, adaptada del cristianismo, las comunidades indígenas adornan cruces con flores y velas en campos, pozos y hogares, pidiendo fertilidad para la tierra. Asimismo, los pueblos chortís celebran ceremonias de la lluvia que comienzan en abril, sincronizadas con fenómenos astronómicos como el paso cenital del sol. Los tzotziles de los Altos de Chiapas también realizan ofrendas a los "dueños de la tierra" en altares naturales y peregrinaciones a cerros sagrados en tiempos de sequía. Estas tradiciones, documentadas por la Universidad Autónoma de Chiapas y el CIESAS, no solo garantizan la cosecha, sino que refuerzan la identidad cultural y promueven la conservación ecológica frente a los retos de la modernización.
Fuente: El Heraldo de Chiapas.
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