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A Tres Décadas del Magnicidio de Colosio: Reflexiones sobre Democracia y Violencia

El 23 de marzo de 1994, México se enfrentó a uno de los episodios más impactantes y determinantes de su historia reciente: el asesinato de Luis Donaldo Colosio, el candidato presidencial del PRI, que marcó un antes y un después en la política mexicana. Este suceso no solo conmovió al país entero sino que también sentó las bases para una transformación profunda en el espectro político y social de la nación.

El magnicidio de Colosio se convirtió en un punto de inflexión para México, acelerando el proceso hacia una democracia más abierta y transparente. En aquel momento, la necesidad de una transición pacífica del poder se volvió imperativa, llevando al entonces presidente Ernesto Zedillo y a los sectores modernizadores del PRI a replantear la manera en que se venía ejerciendo el poder dentro del partido y en el país en general. La vieja práctica del 'dedazo' y el control casi absoluto del partido en el poder comenzaban a desmoronarse ante la urgencia de renovación y apertura democrática.

Sin embargo, este avance democrático vino acompañado de una cara menos visible pero igualmente potente: el surgimiento y consolidación de nuevas formas de violencia ligadas al crimen organizado. Los asesinatos del cardenal Posadas Ocampo y de Luis Donaldo Colosio en los años noventa evidenciaron la existencia de un poder paralelo, con profundos vínculos con estructuras estatales, capaz de desafiar al propio gobierno. Este fenómeno no era únicamente un problema de narcotráfico, sino un entramado más complejo de violencia y corrupción que empezaba a tomar fuerza en el país.

La democracia y la violencia, así, se revelan como dos fenómenos entrelazados en la historia reciente de México, alimentados por un mismo proceso de cambio político y social. La violencia, especialmente la ejercida por el crimen organizado, se ha convertido en una de las mayores amenazas para la consolidación democrática del país. Si bien se han logrado avances significativos en la institucionalización de la democracia, asegurando que los votos cuenten y sean correctamente contabilizados, la seguridad pública y nacional permanecen como desafíos cruciales.

Treinta años después del asesinato de Colosio, mientras celebramos los logros democráticos, también debemos reflexionar sobre las sombras que estos éxitos proyectan. La lucha contra la violencia y el crimen organizado sigue siendo un reto pendiente, recordándonos que la construcción de la democracia es un proceso continuo que requiere no solo de instituciones fuertes sino también de una sociedad comprometida y vigilante.

Este aniversario no solo sirve para recordar a Luis Donaldo Colosio y las circunstancias de su trágica muerte, sino también para reflexionar sobre el largo camino que México ha recorrido desde entonces y los desafíos que aún enfrenta en su búsqueda por consolidar una democracia plena, en paz y seguridad para todos sus ciudadanos.

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