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La Unión Europea debate a contrarreloj su objetivo climático para 2040

En Bruselas se intensificaron las negociaciones entre los ministros de Medio Ambiente de la Unión Europea para consensuar el nivel de reducción de emisiones de gases de efecto invernadero con miras a 2040. La presidencia de turno presionó para alcanzar un acuerdo que permitiera a la delegación europea llegar a la próxima cumbre climática con un objetivo concreto, sabiendo que sus socios internacionales ya presentaron sus propias metas. Países como Italia, Polonia y la República Checa pidieron atenuar la ambición alegando impactos económicos, mientras que otros insistieron en mantener el recorte de 90 % propuesto por la Comisión.

Las discusiones estuvieron marcadas por la preocupación de que, sin un compromiso firme, la Unión pierda liderazgo en la lucha mundial contra el calentamiento global y ceda espacio a potencias como China y Australia, que ya anunciaron sus planes de reducción. Algunos delegados propusieron ajustar el objetivo en función de la capacidad de absorción de CO₂ de los bosques europeos para facilitar la aprobación.

Organizaciones ambientales y empresas de energías limpias criticaron cualquier intento de suavizar la meta, advirtiendo que la ventana para limitar el aumento de temperatura a 1,5 °C se estrecha rápidamente. En las reuniones paralelas, los industriales reclamaron ayudas para la transición, especialmente en sectores intensivos en energía.

La decisión final quedó en manos de un delicado equilibrio entre la presión climática y la economía. Se esperaba que, con un compromiso creíble, Bruselas reafirmara su posición de liderazgo en la agenda climática global.

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