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Incursión militar en Líbano desata tensión regional

 

Un contingente de soldados israelíes penetró en la ciudad de Blida, en el sur del Líbano, y tomó por asalto el edificio del ayuntamiento, donde falleció un trabajador municipal durante la operación. La incursión, realizada con fuerza militar blindada y helicópteros de ataque, generó alarmas en todo el país y reactivó los temores de una escalada bélica más allá de la frontera. Testigos relataron que las tropas irrumpieron en la sede local sin previo aviso y posteriormente se retiraron dejando daños en edificios y vehículos.

La operación israelí provocó una respuesta inmediata del Gobierno libanés. El presidente Joseph Aoun ordenó al ejército del Líbano “confrontar cualquier incursión israelí” y proteger la soberanía del país. Esta declaración marcó una postura más firme frente a Tel Aviv en comparación con episodios anteriores y evidenció la presión interna para defender el territorio nacional. Analistas locales interpretaron la decisión como un intento de evitar que los enfrentamientos se desbordaran hacia una guerra abierta.

La comunidad internacional reaccionó con preocupación al ver a dos ejércitos preparados para un posible choque directo. Organizaciones humanitarias destacaron los riesgos para la población civil en las zonas fronterizas y pidieron prudencia a ambas partes. Observadores de la ONU en la Fuerza Provisional del Líbano (UNIFIL) se desplegaron para vigilar el cese al fuego y verificar posibles violaciones.

Las repercusiones de la incursión también se reflejaron en la política interna israelí y libanesa. En Israel, algunos legisladores defendieron la operación como un acto de defensa frente a ataques de milicias; en Líbano, partidos de distintas tendencias exigieron una investigación. La frágil estabilidad regional volvió a estar en juego mientras la diplomacia internacional buscaba contener la crisis.

 

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