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Pekín invoca lazos históricos y pide reunificación pacífica con Taipéi

 

El sábado 25 de octubre un mensaje inusualmente conciliador salió de la Gran Sala del Pueblo, cuando Wang Huning, el cuarto funcionario más poderoso de China, se dirigió al público en un acto que conmemoraba los 80 años de la “restauración” de Taiwán en 1945. En medio de banderas rojas y una fuerte presencia militar simbólica, el alto dirigente recordó que esa fecha marca el final del dominio japonés sobre la isla y reiteró que, a su juicio, las dos orillas pertenecen a una “misma nación”.

Aunque no es raro escuchar el discurso de “una sola China”, esta vez Wang insistió en un tono más amable, enfatizando que la reunificación debería darse “de forma pacífica” y ofreciendo canales de diálogo a quienes en Taiwán estén dispuestos a cooperar.

La postura de Pekín sigue chocando con una sociedad taiwanesa que cada vez se identifica más con una identidad propia. A pesar del tono moderado, Wang advirtió que se oponen a cualquier “actividad independentista” y que no tolerarán la injerencia extranjera, subrayando las tensiones latentes en la región. Mientras tanto, líderes taiwaneses respondieron desde Taipéi afirmando que cualquier conversación debe partir del respeto a su sistema democrático y del derecho de su pueblo a decidir su futuro.

Para la audiencia internacional, el llamado de Wang resuena en un contexto global marcado por la competencia geopolítica. Los analistas chinos dicen que el discurso busca calmar a socios comerciales y vecinos asiáticos que temen una escalada militar. Otros observadores lo interpretan como un gesto de cara a las elecciones presidenciales taiwanesas de 2026; Pekín intenta influir sin recurrir a amenazas abiertas.

La tensión sobre el estrecho continúa, pero este 25 de octubre dejó ver una estrategia más sofisticada por parte de China: apelar a la historia compartida, insistir en la hermandad cultural y pedir paciencia para lograr “el sueño chino”. De momento, Taipéi mantiene sus posiciones y la comunidad internacional sigue de cerca cualquier movimiento; la fecha sirvió más para calibrar discursos que para cambiar realidades.

 

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