
Lee Jae-myung asume la presidencia de Corea del Sur en medio de desafíos legales
Lee Jae-myung, líder del Partido Democrático, ha sido elegido presidente de Corea del Sur tras unas elecciones anticipadas que marcaron el fin del mandato de Yoon Suk-yeol, destituido por imponer la ley marcial de manera inconstitucional. Con una participación electoral récord del 78%, Lee obtuvo el 49,4% de los votos, consolidando el regreso del liberalismo al poder en un país profundamente dividido por la reciente crisis institucional.
Nacido en 1964 en Andong, Lee proviene de una familia humilde y trabajó en fábricas desde joven, superando una infancia marcada por la pobreza y una discapacidad física. Gracias a una beca, estudió Derecho y se convirtió en abogado de derechos humanos, iniciando su carrera política en 2004. Fue alcalde de Seongnam entre 2010 y 2018, y posteriormente gobernador de Gyeonggi, la provincia más poblada del país. Durante su gestión, implementó políticas de bienestar social y promovió un programa de ingreso básico para jóvenes.
Sin embargo, su ascenso al poder se ve ensombrecido por varios procesos judiciales en curso. Entre las acusaciones más destacadas se encuentra su presunta implicación en un esquema de corrupción relacionado con el desarrollo inmobiliario de Daejang-dong, así como la supuesta falsedad en declaraciones durante su campaña presidencial de 2022. Aunque fue absuelto en segunda instancia, el Tribunal Supremo ordenó reabrir el caso, y una nueva audiencia está prevista para el 18 de junio.
La Constitución surcoreana otorga inmunidad penal al presidente en funciones, salvo en casos de insurrección o traición. No obstante, existe un debate legal sobre si esta inmunidad se aplica a procesos iniciados antes de asumir el cargo. Algunos expertos sostienen que los juicios pueden continuar, mientras que otros abogan por su suspensión hasta el final del mandato.
En este contexto, Lee enfrenta el desafío de liderar un país polarizado y restaurar la confianza en las instituciones democráticas. Ha prometido priorizar la recuperación económica, afectada por la inestabilidad política y las tensiones comerciales con Estados Unidos, así como adoptar una política exterior pragmática que incluya negociaciones con Corea del Norte. Su capacidad para cumplir estas promesas dependerá en gran medida de la resolución de sus problemas legales y de su habilidad para unificar al país en un momento crítico de su historia.
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