Skip to main content

Birmania enfrenta una doble tragedia: terremoto mortal y devastación espiritual

El pasado 28 de marzo, Birmania fue sacudida por un terremoto de magnitud 7.7 que ha dejado un rastro de destrucción a gran escala en todo el país. Las autoridades han confirmado al menos 1,700 fallecidos, aunque estimaciones de medios independientes elevan la cifra a más de 3,000. En ciudades como Mandalay y Sagaing, los daños son catastróficos: cientos de edificios colapsaron, incluidos hospitales, estaciones de bomberos y templos budistas de gran valor histórico. La situación se agrava por el colapso de infraestructuras esenciales y la interrupción de servicios eléctricos y de comunicación. La ONU estima que unos 20 millones de birmanos dependen actualmente de ayuda humanitaria.

El desastre se suma a una crisis prolongada por la guerra civil que estalló tras el golpe militar de 2021, lo que complica las labores de rescate, especialmente en zonas controladas por diversas facciones armadas. A pesar del caos, el Gobierno de Unidad Nacional, en el exilio, ha declarado un alto al fuego temporal de 14 días. La comunidad internacional ha comenzado a responder con ayuda; países como Rusia, China, India, Estados Unidos y miembros de la Unión Europea han prometido enviar suministros y equipos de rescate.

Además del impacto material, el sismo ha significado un duro golpe al alma de Birmania. Templos sagrados como el del Buda Mahamuni en Mandalay resultaron seriamente dañados, afectando profundamente a la mayoría budista del país. Esta dimensión espiritual también se refleja en la narrativa del régimen militar, cuyo líder Min Aung Hlaing intenta unir poder político y religioso, incluso en sus relaciones exteriores, como se evidenció en su reciente visita a Rusia, donde intercambió elefantes birmanos por aviones de combate. El terremoto no solo ha sacudido los cimientos físicos del país, sino también su identidad cultural y espiritual.

Fuente: DW (Deutsche Welle).

  • Creado el
  • Visto: 100