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Choque comercial entre México y EE.UU.: ¿cómo debería responder Sheinbaum a los aranceles de Trump?

En el marco de una creciente tensión comercial, México y Estados Unidos se encuentran en la antesala de lo que podría convertirse en una escalada arancelaria sin precedentes. Según la información analizada, de concretarse la amenaza de imponer un 25% de arancel a productos mexicanos y canadienses—medida anunciada por Donald Trump—las repercusiones no solo afectarían a las empresas exportadoras, sino que también se reflejarían en el precio final para los consumidores estadounidenses, quienes verían encarecidos productos intermedios y bienes manufacturados.

La administración de Trump ha dejado claro su planteamiento: para que las empresas eviten el pago de estos nuevos impuestos, deberán reubicar sus plantas de producción en territorio estadounidense. Esta política, que se remonta a las propuestas de campaña del expresidente, forma parte de una estrategia más amplia para revisar y, en su caso, renegociar aspectos del Tratado de Libre Comercio existente entre Estados Unidos, México y Canadá (TMEC). La posibilidad de que se apliquen aranceles a sectores estratégicos como el farmacéutico, tecnológico, automotriz y del acero, pone en evidencia que la retórica de imponer aranceles se mantiene como herramienta de presión en las negociaciones comerciales.

La mandataria mexicana, Claudia Sheinbaum, ha afirmado contar con un plan para hacer frente a esta situación, aunque aún no se han desvelado los detalles de dicha estrategia. En declaraciones recientes, Sheinbaum manifestó su confianza en que la medida no se concrete, reiterando que a cada acción arancelaria se podría responder con otra, en una especie de juego de ida y vuelta que afectaría directamente a las empresas comunes y a la economía en general. Este planteamiento se enmarca en la historia de conflictos arancelarios, recordando los episodios de 2018, cuando se impusieron impuestos al acero y aluminio mexicanos, a los que México respondió con aranceles a productos agrícolas estadounidenses, hasta que ambos gobiernos lograron dar marcha atrás en 2019 tras una serie de negociaciones intensas.

Expertos en la materia sostienen que, de materializarse la medida, la respuesta de México debería ser proporcional. La economista Sofía Ramírez, directora del observatorio "México, ¿cómo vamos?", sugirió que la contraparte mexicana debería implementar aranceles equivalentes sobre productos provenientes de Estados Unidos, ya sea de forma general o focalizada por sectores, para compensar el daño económico estimado. Este enfoque, según Ramírez, formaría parte de una estrategia de negociación más amplia, en la que se incluirían también otros temas de interés bilateral, como la cuestión migratoria.

Por su parte, el profesor Carlos Aguirre, de la Universidad Iberoamericana, advirtió sobre el riesgo de desencadenar una escalada en la guerra de aranceles, recordando que, aunque en el pasado las represalias permitieron revertir algunas medidas, la aplicación de un arancel generalizado del 25% constituiría un cambio radical respecto a lo vivido con países como China, donde la imposición de impuestos se hizo de manera gradual y escalonada. Aguirre subrayó que, en este escenario, los productores y exportadores mexicanos serían los primeros en sentir el impacto, al ver incrementado el costo de sus productos en el mercado estadounidense, lo cual podría provocar a su vez un efecto inflacionario que repercutiría en diversos sectores de la economía.

El análisis también destaca el profundo impacto en sectores estratégicos de México. Las industrias agrícola y automotriz, que mantienen altos volúmenes de comercio con Estados Unidos, se encontrarían particularmente vulnerables. En 2024, por ejemplo, Estados Unidos importó miles de millones de dólares en productos agrícolas y automotrices de México, cifras que ilustran la interdependencia comercial existente entre ambos países. El incremento en los costos, especialmente en productos como verduras frescas, cerveza, licores y componentes de vehículos, podría afectar no solo a los grandes productores, sino también a pequeños productores y a las cadenas de suministro que se han desarrollado en torno a estos sectores.

Asimismo, la incertidumbre generada por la posibilidad de estos aranceles podría tener efectos colaterales en la inversión extranjera, ya que la incertidumbre en torno a las políticas comerciales tiende a frenar decisiones de inversión a largo plazo. En este sentido, el Plan México, impulsado por Sheinbaum y destinado a fortalecer la industria nacional mediante la atracción de inversiones—tanto locales como internacionales—se vería comprometido, afectando el crecimiento económico y la competitividad del país.

En definitiva, el escenario actual se presenta como un punto de inflexión en la relación comercial entre México y Estados Unidos. La posibilidad de un choque arancelario de gran envergadura requiere de respuestas rápidas y estratégicas que no solo mitiguen los efectos negativos sobre la economía, sino que también refuercen la posición negociadora de México en el marco del TMEC. De lograrse un acuerdo que elimine los aranceles de manera definitiva, se podría restablecer el equilibrio en el comercio bilateral y garantizar una mayor estabilidad para los sectores más vulnerables.

Información basada originalmente en el artículo de Lizbeth Padilla, CNN Español.

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