
El investigador detrás de los secretos que esconde la música
El etnomusicólogo Daniel Gutiérrez se ha dedicado durante los últimos 25 años a recorrer Michoacán y otros estados de México en busca de los secretos que guarda la música tradicional de los pueblos originarios. Su labor, que se desarrolla en espacios tan insólitos como la Fonoteca del Instituto Nacional de Antropología e Historia, le ha permitido adentrarse en un universo repleto de antiguas grabaciones, fonógrafos y cilindros de cera, auténticos tesoros que conservan las voces, ritmos y emociones de épocas pasadas. Este trabajo no solo se orienta a la preservación de un patrimonio sonoro, sino también a desentrañar cómo la música se convierte en vehículo de identidad y memoria en comunidades que enfrentan el despojo territorial, la degradación ambiental y la amenaza constante del crimen organizado.
Desde su ingreso casi fortuito en el campo de la etnomusicología, Gutiérrez se ha visto inmerso en una carrera que, aunque fascinante, es poco reconocida y cuenta con un reducido número de especialistas en México. Con formación en la Universidad Nacional Autónoma de México, donde la carrera exige años de estudios rigurosos, el investigador destaca que la etnomusicología no se limita a la simple recopilación de sonidos, sino que implica una profunda conexión con las historias y vivencias de la gente. “Es una carrera hermosa, que te permite escuchar el mundo con otros oídos y descubrir la gran riqueza que se esconde detrás de cada nota musical”, comenta.
En sus recorridos por comunidades de Michoacán y otros territorios, Gutiérrez ha estudiado expresiones tan variadas como el minuete mariachero, cuyas raíces se entrelazan con rituales religiosos y ciclos agrícolas, y las coplas populares que, a través de metáforas, narran las complejidades de la vida cotidiana y los conflictos sociales. En uno de sus relatos más memorables, recuerda cómo en una comunidad costera los mayores lanzaban versos improvisados sobre “gavilanes” y “víboras”, empleando imágenes de la fauna para comentar la llegada de forasteros o las transformaciones que se gestaban en el entorno social.
El investigador también ha puesto sobre la mesa cuestiones que van más allá de la mera musicalidad. Su trabajo revela la presencia de patrones rítmicos de origen africano en la tradición musical de la costa michoacana, evidenciando la huella de grupos afrodescendientes en la historia de México, una herencia muchas veces relegada en los libros de historia. Asimismo, Gutiérrez se interesa por el diálogo entre la cultura y el medio ambiente, analizando cómo la desaparición de ciertos ecosistemas amenaza con extinguir estilos musicales que han acompañado a comunidades enteras durante generaciones.
Además de documentar y estudiar estas expresiones, el etnomusicólogo se enfrenta a retos propios de la investigación de campo en zonas marcadas por la violencia y la desconfianza, donde el acceso a la información y la consolidación de vínculos con las comunidades requieren sensibilidad y compromiso. Su labor no solo recupera sonidos del pasado, sino que también interpreta las señales del presente, en las que la música se convierte en testigo y narradora de las tensiones políticas, económicas y sociales que viven muchos mexicanos.
Información basada originalmente en el artículo de El País México.
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