Rapero iraní sentenciado a muerte por respaldar las protestas contra el régimen

En un fallo sin precedentes, un tribunal revolucionario de Irán ha dictado la pena capital contra el rapero Toomaj Salehi por sus críticas al gobierno y su apoyo público a las recientes protestas desatadas tras la muerte de Mahsa Amini, la joven kurda detenida por la policía de la moral por un supuesto mal uso del velo islámico.

Según informó su abogado defensor, Amir Raesian, Salehi, de 33 años, fue hallado culpable de cargos graves como sedición, propaganda contra el sistema y incitación a los disturbios durante las masivas manifestaciones que sacudieron al país persa el año pasado.

El letrado anunció que apelará la sentencia de muerte, calificándola como "un caso sin precedentes" en la historia judicial de Irán. Salehi, cuyo verdadero nombre es Toomaj, ya había enfrentado cargos por su activismo y letras musicales críticas con el régimen islámico.

En octubre de 2022, en pleno estallido de las protestas por la muerte de Amini, el rapero fue detenido por las autoridades. Aunque inicialmente fue liberado bajo fianza, solo 11 días después volvió a ser arrestado y encarcelado.

En el juicio, el tribunal revolucionario lo acusó de "asistencia a la sedición, reunión y colusión, propaganda contra el sistema e incitación a los disturbios", según detalló su abogado defensor a medios locales.

La condena a muerte contra Salehi se suma a una ola de duras sentencias contra artistas, cantantes y manifestantes que alzaron sus voces en las multitudinarias protestas antigubernamentales del año pasado.

Otro rapero, Shervin Hajipour, fue sentenciado a casi 4 años de prisión por su canción "Baraye", que se convirtió en un himno de las revueltas callejeras contra las autoridades islámicas. Mehdi Yarrahi, por su parte, recibió una pena de 2 años y 8 meses de cárcel, además de 74 latigazos, por componer una pieza musical que insta a las mujeres a quitarse el velo obligatorio.

Las manifestaciones de 2022, las más grandes desde la Revolución Islámica de 1979, dejaron un saldo de al menos 500 muertos y más de 22.000 detenidos, en medio de una implacable represión de las fuerzas de seguridad.